Tom Ford nos propone un juego embriagador, uno en el que la ropa convierte a quien la lleva en un animal nocturno donde solo tiene cabida el glamour. En su evocador universo, sofisticadas prendas que derrochan garra revelan más por lo que esconden tras insinuantes aberturas que, muchas veces, por lo que muestran.
Provocador nato, Tom Ford cambió por completo las reglas del juego en Gucci e Yves Saint Laurent en los 90, antes de alcanzar su clímax estilístico en 2005 al lanzar su firma epónima. Con ella, nos propone desde sensuales vestidos repletos de transparencias y lentejuelas a una sastrería con alma nocturna.